28 de febrero de 2012

Despierta lo que parecía muerto

Délicatesse des fleurs". Nàtalia Ruiz Llopart, Mónica López Bordón, poesía, Editorial Playa de Ákaba
Délicatesse des fleurs". Nàtalia Ruiz Llopart
El poema lo dice
Hugo Gola

Abandonándote a una certeza
se revela un silencio huracanado
que golpea, uniendo y separando,
el ritmo del caballo solitario
que avanza, salvaje,
por las inhabitables calles del otoño.

Escribes la lluvia lenta en rojo vivo,
quién sabe de dónde viene esa caricia
de qué lugar la luna y su destello
de qué color es el regreso
de qué piel son los ojos del mar…

Estamos aquí todavía,

frente a las olas inagotables
de las cosas cotidianas,
se oye un murmullo en la distancia,
el tiempo pasa, el viento corre,
se borraron los límites.

El poema lo dice:
Perfilando el rostro de tu cuerpo
despierta lo que parecía muerto.




Mónica López Bordón, Vivir para contarla, poesía en Alcalá de Henares


23 de febrero de 2012

Reseña de "La brevedad del silencio" por Amando Carabias

Cuadro de Ennio Montariello, Mónica López Bordón, poesía, Editorial Playa de Ákaba
Cuadro de Ennio Montariello

La brevedad del silencio de Mónica López Bordón

Título: La brevedad del silencio.
Autora: Mónica López Bordón.
ISBN:978-84-9755-143-4
Como cualquier lector de poesía sabe, la relación amorosa entre humanos (en cualquiera de sus vertientes: deseo, pasión, ausencia, celos, traición, abandono, erotismo…) es médula que recorre los versos a través de la historia, desde sus mismos inicios, acaso porque el amor es el sentimiento más humanos y más revolucionario, aquél que puede derruir cualquier estructura de opresión.
Sostienen los expertos que la poesía popular (ésa que se inicia y se transmite oralmente) tiene como uno de sus pilares importantes el amor de la pareja. Y si nos asomamos a los primeros poemas escritos en España (las jarchas mozárabes del siglo XI) comprobaremos como, en una mayoría abrumadora, el tema recurrente es el quejido de la amada por la ausencia o tardanza en el regreso del amado, cuestión ésta que luego se repetirá en las cantigas de amigo galaicas o en buena parte de los primitivos villancicos y romances castellanos. No se trata aquí de realizar un estudio comparativo sobre esta cuestión, simplemente lo señalo porque Mónica LópezBordón (Las Palmas de Gran Canaria, 1976) ha publicado en este recién estrenado 2012 su poemario La brevedad del silencio  cuya esencia bebe de esta agua que siempre han sido afluente sustancial del río de la poesía, no sólo en español, sino la poesía de cualquier civilización.
Este poemario no es la primera incursión en el mundo editorial de la poeta. Viene a continuación de una obra colectiva Mitos azules de 2004 y su primer libro de poemas en solitario Árbol de sol editado en 2007. Este volumen, además, presenta la singularidad de contar con todos sus poemas traducidos al italiano por Luig Muccitelli, con lo que se puede afirmar que se trata de una edición bilingüe.
La autora, que creció en Toral de Vados (León) y reside en Alcalá de Henares, no sólo está relacionada con la palabra a través de la poesía, sino que su actividad también abarca el periodismo y la enseñanza. Y hago mención de estas circunstancias, en apariencia ajenas a un libro de poesía, porque en sus versos se observa ese afán suyo por ir a lo esencial, sin perderse en demasiados senderos ajenos a ese núcleo central al que me refería.
El libro, formalmente, es hijo de nuestra época. Me apresuro a resaltarlo, por no dejar al posible lector con la extraña idea de estar ante un libro anacrónico. Por el contrario, el verso de López Bordón se extiende amplio sobre la página con total libertad, ajeno a los anderiveles o ataduras (esto nunca se sabe muy bien) del metro y la rima. Más aún el gusto por la imagen emparentada, aunque sea lejanamente, con el surrealismo y con el hallazgo de imágenes desde la sinestesia de los sentidos, le confiere cierto tono onírico y, sobre todo, muy sensual. El verso generalmente de arte mayor provoca en el lector la sensación de un movimiento ondulante y lento: “Me sentía una gacela en pleamar / brotando en el fuego de tus manos / antílope y lira / preludio de una buena canción.” “Más allá de mi nombre de primavera / bordo una mujer de luna que camina feliz / el nuevo día con sereno paso.”
Como decía al principio, se podría afirmar que el tema medular del poemario es el amor de la pareja humana que en ocasiones, sobre todo hacia el final del libro, se asoma también a la trascendencia de un ser o ente superior. Pero decir eso es quedarse, quizá, un poco a las afueras del texto. Más bien se centra en el sentimiento doloroso que produce en el sujeto poético la ausencia del amado. Un dolor que empuja a la melancolía, al recuerdo, a la angustia.
Comienza el libro con dos citas que, me figuro, son importantes y necesarias para ubicar bien el sentido del libro. A modo de pórtico, nos encontramos con un verso de Clarilda Oliver Labra: “Soy la palabra recobrada” y justo como cita al poema inaugural, un verso de Pedro Salinas “¿Dónde está mi vida, di?”. A continuación ese poema breve, seis versos, que marcan (a mi modo de ver) el tono del resto de la obra: “Todo estuvo bien hasta que vi mis huellas. / Encontré el amor tendido en una estrella / que temblaba en la espera. // Con ternura dibujé en cada hoja de papel / una noche para poder soñar / y me comí el silencio”.
Es decir estamos ante un libro que pretende conjugar la palabra y amor como la osamenta que aguanta y conforma el ser del sujeto poético, ese yo, esa primera persona del singular en que está escrito el libro.
El amor para Mónica López es total o no es. No le sirven medias tintas, no se conforma con fugacidades de tiempo o espacio. Una relación sólo puede ser amor, cuando incumbe todo el ser (desde lo más hondo a la superficie) en todo tiempo y en todo lugar. En este sentido el amado es y tiene sentido desde el amante quien le completa, quien le explica, quien da sentido y orden incluso al mundo a todo aquello que parece ajeno a la propia relación.
Los treinta y cinco poemas que componen La brevedad del silencio, también son una búsqueda o un intento de explicación de la propia esencia de la relación amorosa, más que del amor propiamente dicha: “Soy aquella de mirada encandilada / que corteja el friso de silencio que me tocan / y los dibujo sobre un puerto a la deriva.”
Pero al mismo tiempo, o quizá como lógica consecuencia, Mónica López Bordón nos acerca a los abismos de la soledad y de la muerte, pues ambas son como la otra cara de la moneda y, por tanto, están siempre presentes aunque no lo parezca en la relación amorosa. También proclama su fe inquebrantable en el ser humano, en un futuro abierto a la esperanza pues vivir es lo que importa.
La noche es uno de los escenarios favoritos de la autora. La noche quizá porque es el momento en que ha concluido la jornada y llega el tiempo de lo más íntimo, de aquello que es intransferible y al mismo tiempo aquello que nos alimenta y, sobre todo, barrunto, porque es el instante del día en que con más sinceridad podemos enfrentarnos a nosotros mismos, ser sinceros con nuestro propio ser hasta el punto de poder afirmar: “Soy una mujer que se encuentra / perdiendo el pasado, / borrada memoria de mí / con rosas en la piel / y carne de versos”.
Mónica López Bordón, pues, nos ofrece un poemario que bebe del amor a través del que se intenta ordenar el mundo y quién uno es. Un libro más que descriptivo, meditativo y sensual, un libro con tono personal, un libro que concluye con estos versos que más que un final, son anuncio de próximas entregas: “Habito las luces de la voz. Celebro la brevedad del silencio / sin volver la vista atrás”.
Amando Carabias

http://programalaesfera.blogspot.com/2012/02/la-brevedad-del-silencio-de-monica.html?spref=fb


La Esfera Cultural
Jueves 23 de febrero de 2011


Mónica López Bordón, Vivir para contarla, poesía en Alcalá de Henares


Otros poemas:
Balada del mar lejano
Verdad de dos
Una mujer escribe este poema

Reseña de "La brevedad del silencio" por José Antonio Valle Alonso

"Aguas que me sostengan" de Andrés Rueda, Mónica López Bordón, poesía, Editorial Playa de Ákaba
"Aguas que me sostengan" de Andrés Rueda

Querida Mónica:

Tu Brevedad del silencio me ha emocionado, es entre otras bellas cosas que encierra un poemario sencillamente sincero , eres toda verdad con tus sentimientos y eso es poesía, y eso se nota y conecta con los amantes de la poesía, tiene metáforas preciosas incluso metáforas elípticas que a mí me enamoran, son verdaderos hallazgos poéticos, imágenes aladas, esencia en la poética, que te remueve la sangre, con un lenguaje fresco, o sea actual, el lenguaje de cada día , pero llevado a la esencia del lenguaje , a la poesía, poesía lírica y profunda , poesía que emociona, y eso es poesía. "Rosas abiertas que florecen en tus ojos, en los míos". "Tengo entre las venas caricias, pólvora y huellas." " Quisiera conocer el viento, su arrebatada voz,...""Madrugada delirante, absorta en este labio desnudo..." "Azor siempre o saeta." "Me agarro a la cintura del mundo." Y "Sin nostalgia/ sumo unos labios a otros labios/ y la flor de la flor queda enlazada..." Y "Cruza el silencio la telaraña, la mortal, / del día que se acaba..." y vuelvo a mis senderos que me acogen la huella cada día que a mi puerta llama, y sigo preguntándome ¿Y la noche, la noche cuanto de mí se guarda? si yo sigo soñando mientras la vida ¡ay! la vida pasa, y envuelto en mi quimera verso a verso me voy acercando al alba. Mónica, mi más enhorabuena, es un libro felizmente hermoso en continente y en contenido, que lo disfrutes siempre porque un libro y más si cabe, un libro de poesía es para toda la vida.

José Antonio Valle Alonso (poeta)
Valladolid 16 de febrero de 2012


16 de febrero de 2012

Reseña de "La brevedad del silencio", por Juana Escabias

Cuadro de Amadeo Modigliani, Mónica López Bordón, poesía, Editorial Playa de Ákaba
Cuadro de Amadeo Modigliani


Mi primer contacto con la poesía de Mónica López Bordón se produjo desde una perspectiva escénica: se me encargó dirigir un recital poético en el que ella y Jenaro Talens eran los protagonistas.

Me sorprendió la madurez de la poesía de Mónica, tras la que se intuían años de dedicación y una vocación temprana. También me asombró su estilo, construido a través de un peculiar entramado. Lo que a primera vista parecía un astuto juego de giros y suplantaciones de lenguaje, terminó convertido en un espeso pozo en el que se dejaban caer mis sensaciones hasta lo más profundo. Las emociones que Mónica transmite a través de sus poemas no llegan al lector por un conducto espacial lineal, sino a través de múltiples espacios pertenecientes a diferentes tiempos. Su mirada no es unidireccional, sino un esqueleto de numerosas miradas que atraviesan la realidad y nos la devuelven en idéntico formato: como una explosión de voces.

Pero “ese mirar” de Mónica, producto de diferentes tiempos y espacios, está expresado por fuerza en la planura de un papel, es decir irremediablemente obligado a converger en un mismo espacio y tiempo y correlativamente, vocablo tras vocablo. Simultánea y sucesiva. Vida cristalizada, pero auténtica. Así es la escritura de Mónica, poesías que reverberan y vibran como un eco.
La brevedad del silencio, último libro publicado por Mónica López Bordón, es un gran libro. Su estilo reina en cada uno de los treinta y cinco poemas que lo conforman. Invito a todos a acercarse a esta poeta a través de la lectura de este extraordinario poemario, que a través de la aparente mesura de su forma incendia la interioridad del lector. Es digno del mejor elogio que pueda recibir un libro de poemas: uno se conmueve ante él y con él hasta el punto de aterrizar en enclaves desconocidos por nosotros mismos en ese vericueto que es el sentir.
Juana Escabias (novelista, dramaturga y directora de escena)

Madrid, Jueves 9 de febrero de 2012


2 de febrero de 2012

¡Oh Mundo!

"Las estrellas" de Andrés Rueda, Mónica López Bordón, poesía, Editorial Playa de Ákaba
"Las estrellas"  de Andrés Rueda
A veces te miro desde lejos
y no admito el golpe de tu tiempo,
ese transcurrir veloz que me deja ciega ante el espejo.

Rima el paso de los días que se abren con tu luz,
fugitivo, engalanado de humo deshojado,
y un grito se desborda mudándose en tu piel
de pueblo, de ciudad, de país.

Firmo a fuego tu encuentro enamorado,
tu alrededor y tu más allá.

¡Oh mundo! Queda la tinta de tu verbo,
donde me besas.



Mónica López Bordón, Vivir para contarla, poesía en Alcalá de Henares